Duplicué el salario de una empleada después de seis meses sin que ella lo pidiera. ¿Por qué?

La historia es sencilla. 

Contraté a “P” como asistente ejecutiva, y su trabajo era manejar mis correos y tareas diarias. 

Resultó ser excelente, tan buena que prácticamente se convirtió en mí. De 200 o 300 correos al día, yo solo tenía que responder a dos.

Después de seis meses, mi jefe de operaciones y yo decidimos que merecía un mejor salario, así que lo duplicamos. También le dimos un nuevo título, porque no solo era mi asistente, sino que se había convertido en mi mano derecha.

El punto es que, cuando tienes a alguien tan esencial en tu negocio, debes valorarlo y recompensarlo. 

Si eres dueño de un negocio y tienes un empleado que está haciendo un trabajo excelente, asegúrate de recompensarlo, porque si se va, te costará mucho más.