Todo negocio es difícil.

Cada día me despierto con las mismas preguntas: 

¿Voy a poder pagar la nómina este mes?

¿Tengo suficiente dinero en el banco para mis planes? 

¿Cómo consigo los fondos para hacer crecer mi negocio? 

¿Cómo mejoro mi proceso de ventas para atraer y retener más clientes? 

¿Cómo encuentro y contrato empleados capacitados? 

¿Cómo me mantengo por delante de mis competidores?

Tanto cuando tenía pocos clientes como ahora, con cientos, sigo con las mismas dudas.

Responder a estas preguntas es crucial; es la diferencia entre poner comida en la mesa para mi familia y la de mis empleados. 

Es un reto diario, lleno de estrés, y a veces siento que el mundo está sobre mis hombros, pero eso es parte del proceso.

No importa si tu negocio genera mil dólares al mes o 20 millones; enfrentamos las mismas preguntas y desafíos. 

La clave es mejorar continuamente y nunca rendirse.